Si sientes pánico, terror o un miedo irracional de sólo pensar que debes ir al odontólogo … te paralizas, no puedes dormir, te da por llorar, sientes que te dan náuseas, diarrea, acidez estomacal, mareos, tensión alta (…) ¡entonces puedes decir que padeces de odontofobia! Si queremos mencionar algunos números: * En Estados Unidos, 3 de cada 4 personas sienten un poco de miedo de ir al dentista y un 5% de ellas siente una odontofobia severa que les impide ir a menos que haya una emergencia (lo que refuerza su condición) * Es el tercer motivo por el cual los españoles no han visitado a su odontólogo en el último año * Según el porcentaje que maneja la Organización Mundial de la Salud en base a estadísticas realizadas en los Estados Unidos, y que se suelen extrapolar a los países occidentales, un 15% entra en la categoría de fóbico, porque si preguntásemos en la calle, el 90% nos diría que ir al dentista les provoca ansiedad. Existe una diferencia entre ansiedad y fobia. La ansiedad es controlable, la fobia no. La ansiedad es una intranquilidad superable. La fobia limita todas las acciones y vida de la persona. Por ejemplo, el que tiene miedo de los aviones pero sin embargo acepta viajar en ellos es que padece ansiedad, pero si prefiere el tren, es que le tiene fobia. Y los que tienen fobia, suelen reconocerlo abiertamente. A veces esto se debe a una mala experiencia directa o puede ser el resultado de experiencias indirectas (anécdotas contadas por conocidos). Cuando hemos pasado por una experiencia directa, usualmente es porque se ha pasado por un procedimiento dental doloroso (a menudo como niño) o porque nos hemos topado con dentistas descorteses o inaccesibles. Para superarla, los odontólogos podemos poner en práctica una serie de técnicas de sentido común (recomendadas incluso por la Asociación de Dentistas Americanos). Entre ellas tenemos: La comunicación es fundamental. El paciente debe sentirse escuchado, eso le permite liberar la tensión. Así mismo, demostrar empatía, confianza y paciencia. También utilizar las mismas técnicas que utilizamos con los niños de mostrarles y explicarles el procedimiento a realizar antes de comenzar. Aunque hay quienes dicen que prefieren no saber nada, y si así fuese, la idea sería respetar su posición. De igual manera, escuchar música, utilizar una pelota elástica y visualizar imágenes agradables. A veces colocar un poco más de anestesia y esperar más tiempo a que haga efecto. También, puede indicarse un ansiolítico la noche antes de la consulta y/o el mismo día de la misma, para que el paciente pueda sentirse más relajado (sobretodo en procedimientos más largos de cirugías o implantes). Esto es una sedación consiente. Si se quisiera no enterarse de absolutamente nada, sería con anestesia general pero eso inhibiría incluso la respiración y habría que utilizar un respirador artificial, cosa que no es del todo recomendable. Sobretodo porque estamos hablando de procedimientos ambulatorios y en la mayoría de los casos poco invasivos. Es preferible ir paso a paso tratando de ayudar al paciente a superar su fobia, pero no reafirmarla y aumentar de tamaño lo que no lo amerita. No en todas las consultas podría tener anestesia de este tipo. Por último, el odontólogo podría recomendar visitar al psicológo o psiquiatra para que le ayude a superar la odontofobia, pero realmente llega a ser poco frecuente. Por otra parte, los consejos que puede seguir la persona con odontofobia son: 1.- Tratar de visitar con frecuencia al dentista, estableciendo un plan periódico para ir progresivamente aceptando el hecho de que es algo normal. Crear una rutina. Así se nos hará más fácil asumirlo. Recordemos que la primera consulta suele ser de diagnóstico y la idea es ir antes de sentir cualquier molestia, pues eso garantiza que sea menos doloroso y complicado el procedimiento. Las molestias y dolores llegan cuando la caries ha llegado a la parte profunda del diente (nervio) y para eso debe haber pasado un tiempo desde su aparición. O cuando de tanto acumularse los restos de comida entre los dientes y entre el diente y la encía ésta se inflama, sangra y genera movilidad en los dientes. Entonces lo peor que podemos hacer es esperar a que estas cosas ocurran, hay que tomar acciones desde casa desde el principio con buenas técnicas de higiene (cepillo e hilo dental). 2.- No retrasemos lo inevitable, las enfermedades de la boca no mejoran con el tiempo, solo empeoran! Y eso quiere decir que a la larga generarán más molestias y los procedimientos para solucionarlo tendrán un costo mayor. 3.- Consigue un dentista que te transmita confianza, alguien con quien puedas hablar de tus miedos y te ayude a superarlos. 4.- Trata de relajarte: la noche anterior intenta acostarte temprano, elije una hora para tu cita a la que puedas llegar con tranquilidad, escucha música, lee, distrae tu mente. La idea es tratar de obligar a la mente a pensar en otra cosa. 5.- Pregúntale a tu dentista por la sedación oral, el hará todo lo posible para que no la necesites, pero si así fuera te indicará qué debes hacer para la próxima consulta. Afortunadamente cada vez hay menos personas con odontofobia, pues desde niños ahora hay una visión orientada hacia la prevención, hay menos dolor en los procedimientos gracias a la anestesia y a la mejora de los instrumentos y agujas y mucha más psicología a la hora de atenderlos. Desde allí se siembra la semilla. Afortunadamente cada vez son más los niños que salen con una experiencia positiva del odontólogo. Si ya padeces odontofobia, debes pensar que el no ir es mucho más contraproducente para tu salud que hacerlo y que superar tu angustia y miedos tendrá más beneficios para ti, podrás tener una boca sana y esto repercutirá en tu apariencia y en tu vida diaria. Tu , junto con tu odontólogo, puedes lograrlo!!!
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