Son muchas las enfermedades infecciosas que se pueden transmitir en la clínica dental, siendo una de las principales vías de transmisión la utilización de material e instrumental contaminado. Algunas de las enfermedades que se pueden transmitir por esta vía son de especial importancia por su elevada morbilidad y mortalidad. Entre ellas, podemos destacar la hepatitis B, la hepatitis C y el VIH. Para evitar esto, hay material que ha de ser estéril de un solo uso e instrumental reusable sometido a limpieza, desinfección y esterilización entre un paciente y otro. La esterilización es todo proceso físico o químico que destruye todas las formas de vida microbiana, incluyendo las formas de resistencia (esporas) y los virus. Es el nivel más alto posible de destrucción microbiana y por tanto, el método que proporciona el mayor nivel de protección al paciente. Los métodos de esterilización pueden ser físicos o químicos. La esterilización química se realiza usualmente mediante la inmersión del instrumental en líquidos químicos desinfectantes de amplio espectro microbiológico, luego de haber sido cepillado para eliminar primero físicamente cualquier resto orgánico. Luego se realiza la esterilización por método físico que puede ser por vapor de agua o calor seco, siendo el primero el más rápido, 100% efectivo, usual, económico y fiable contra los microorganismos pues es esporicida y calienta y penetra rápidamente los tejidos de los mismos. Al aparato que se utiliza para esto se le llama Autoclave y consiste en un equipo que genera vapor de agua gracias a la existencia de una cámara de agua y el consiguiente desplazamiento del aire al exterior. Todo el instrumental que utiliza el odontólogo sellado de forma individual en bolsas especiales se introduce en dicho equipo. A su vez, estas bolsas tienen una etiqueta con una sustancia química que cambia de color cuando el instrumental ha sido correctamente esterilizado. Y además se coloca fuera de las bolsas y dentro del Autoclave (en cada ciclo de esterilización) una tira que usa el mismo principio anterior denominada testigo. Esto se hace de forma continua, para garantizar que el instrumental con que se atienda cada paciente haya sido debidamente esterilizado. En este proceso interviene el vapor, presión, temperatura y tiempo necesario para la destrucción de los organismos biológicos que contenga dicho instrumental. Los procesos de esterilización deben ser sometidos de manera rutinaria a controles que demuestren su eficacia. Estos controles pueden ser de tres tipos: físicos, químicos o biológicos. Se deben utilizar las tres formas de control. Los controles físicos consisten en un registro del ciclo que documenta que se ha alcanzado la presión, temperatura y tiempo adecuados, siendo elementos tales como: termómetros, manómetros, sensores de carga, entre otros. Los controles químicos, mencionados anteriormente, se realizan mediante productos comerciales, consistentes en etiquetas con sustancias químicas que cambian de color si se cumplen los elementos clave (temperatura, humedad, presión, concentración del agente esterilizante) en cada ciclo de esterilización; estos garantizan el funcionamiento del equipo, ya que reaccionan al alcanzarse dichos parámetros. Los controles biológicos sirven para verificar la eficacia de la esterilización. Consisten en preparaciones estandarizadas de esporas de microorganismos muy resistentes, que son procesadas en el esterilizador para comprobar si se han destruido o no y, por tanto, si se ha llevado a cabo o no el proceso de esterilización. Estos controles se comercializan en forma de tubos biológicos. Tras el proceso de esterilización se incuban durante 24 horas. Si el contenido mantiene su color indicará que ha sido exitoso el ciclo de esterilización. Además de esto, hay protocolos regulados de desinfección y esterilización que deben ser cumplidos: 1.- Limpieza de todas las superficies de la clínica, sobretodo en los gabinetes, de sillón, escupidera y suelo. 2.- Uso de Jabones desinfectantes para las manos. 3.- Uso de material desechable como guantes, agujas, campos, servilletas. 4.- Los elementos desechables como las agujas se depositan en contenedores de bioriesgo para ser eliminados por una empresa específica que manipula estos desechos. Los otros elementos desechables no punzantes pero con posibles restos biológicos como sangre o saliva se depositan en unas bolsas con la denominación GII especiales para esto. 5.- El agua que se utiliza para realizar los procedimientos dentales ha de ser filtrada e ionizada para favorecer también la cicatrización de los tejidos. 6.- Y por último el almacenamiento del material en muebles adecuados para que no se perforen los sobres y conserven su aislamiento estéril y por tanto la bioseguridad de la que estamos hablando. De esta forma, con todos estos procesos, controles y protocolos, mantenemos un ambiente seguro que garantiza la salud de nuestros pacientes y la calidad de nuestros tratamientos.
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